viernes, 22 de junio de 2012

Sumando votos: el salón oscuro

Sumando votos: el salón oscuro

El Universal, 19 de junio de 2012

Carlos Machado Allison
                                           
Mala democracia es aquella en la cual hay que tener uno o más testigos en cada mesa y ocho ojos vigilando cables, operadores, cajas de cartón, mientras personajes tenebrosos y uniformados supuestamente “garantizan” la seguridad de los electores. ¿Por qué milicianos en un acto de civiles?  Mala democracia es aquella donde cuatro de los cinco jueces electorales están comprometidos con el partido de gobierno, así como la fiscalía y la sala electoral del TSJ.

Usted vota en una mesa, el dedo en la máquina captahuellas como si fuera un delincuente, toca un sensor y aparece una papeleta, vea bien que haya sido impreso el nombre de su candidato y colóquelo en la caja. Regrese a la hora del cierre y si la milicia lo deja, vaya al sitio donde se contarán los votos y se emitirá el acta. Allí comenzará la oscuridad programada, angustiosa espera ya que toda la información llegará a esa cosa llamada la sala de totalización. Resulta que es delito adelantar información, no se puede divulgar el resultado de los “éxit-polls”, ninguna encuestadora, partido, periódico, televisora o grupo de ciudadanos puede informar sobre lo que ocurre ¿por qué ese silencio sobre un acto público, civil, diseñado para ser transparente? Yo exijo como ciudadano saber, minuto a minuto, que ocurre en Achaguas, Zaraza o Barinitas, en Petare o en la mesa en que voté, vivimos en la era de la informática. Lo  que pido es posible y deseable.

¿Porque ese proceso no puede ser transmitido “en vivo”, en eso que llaman “tiempo real” y que el ciudadano, frente al televisor, como ocurre en otros países, siga al instante, como se desarrolla el proceso? Hemos visto como se van moviendo las cifras en las elecciones de otros países: en un recuadro el total por entidad federal, en otro el porcentaje, abajo la estimación de un canal o de una consultora, en el centro el locutor invitando comentaristas a opinar sobre lo ocurrido en un sitio y lo que puede acontecer en otro. Cuando se hacen oficiales los resultados ya todo el mundo los conoce, países donde no hay “sala de totalización” accesible para algunos privilegiados, ni mensajero que lleve la cifra al presidente a ver como reacciona. Ya todos saben cual fue el resultado por municipio o estado. No existe “primer boletín”, no hay “segundo boletín” dos días después, o un tercero que nunca llega. Casi siempre, esa misma tarde, el candidato derrotado hace público su reconocimiento y el triunfador lo felicita por su noble actitud.

Aquí, “adelantar” resultados es delito porque “supuestamente” influye en quien aún no ha votado, pero no el hacer listas, intimidar funcionarios, enviar pandillas para amedrentar a los electores o violar la Constitución. Pero no importa, vamos a votar masivamente para cambiar esas cosas, para tener democracia, para que no existan excluidos, ni listas, ni poderes sumisos, para tener un país de ciudadanos y no de marionetas. Capriles no es un caudillo, es un ciudadano.

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