martes, 28 de septiembre de 2010

Tenemos futuro


Elecciones Parlamentarias en Venezuela

Carlos Machado Allison

Publicado en El Universal, 28 de septiembre de 2010



Después de cinco años de concentración de poder sobre un solo hombre y varios días de intensas lluvias, con su cuota de víctimas y apagones, el país amaneció dividido en tres porciones casi iguales. La de los indiferentes que no acudieron a votar; aquella compuesta por seguidores de la secta, empleados públicos amedrentados y beneficiarios de las misiones y los que apostaban a un futuro democrático. El gobierno aspiraba “pulverizar” a la oposición y no pudo. No apareció el hombre triunfante en el balcón y la cúpula del CNE, pasada la media noche, le negaba información al pueblo.

Una representación significativa de la oposición en la Asamblea, que no es mayoría por el obsceno atentado a la representación fraguado a través del fraude técnico de la recomposición de los circuitos electorales, puede ser percibida como el umbral hacia un camino de esperanza. Un resplandor en el fondo de la asfixiante cueva donde hemos morado en la última década. El proceso electoral también ha sido escuela y muchos venezolanos aprendieron cuales son las atribuciones del poder legislativo. También fue útil para proyectar nuevos liderazgos y hacer evidente las carencias que afligen a la mayor parte de los ciudadanos, ilustrando el despilfarro de recursos, la irresponsabilidad autocrática y el fracaso rotundo de una ideología, que para sobrevivir necesita destruir instituciones y sembrar ignorancia.

Como previsto, los candidatos del PSUV han recibido más votos que los merecidos, menos de los deseados y más curules de las debidas. Así, en Caracas con el 50% de los votos obtienen el 70% de los diputados. Llegan a la Asamblea con el retintín del gastado discurso y las mismas ofertas de hace una década. Apalancados por la imagen presidencial y el empleo abusivo de los recursos del Estado, tienen menos legitimidad frente a los ciudadanos que los de la Mesa de la Unidad Democrática. Aún así, el gobierno seguirá vociferando: insultos, magnicidios y sabotaje. Pero estarán bien conscientes que dos de cada tres venezolanos no los acompañan en eso de sepultar diálogos y pulverizar adversarios, ni en la irreconciliable lucha entre el capitalismo y el socialismo.

Ya todos los venezolanos sabemos que el gobierno no tiene la sumisa hegemonía parlamentaria que necesitaba para imponer su credo. Fidel Castro, ahora vocero de nuestro gobierno, admitió, que la oposición logró parte de lo que quería. Los diputados de la oposición, respaldados por el 52% del electorado y con sus voces alineadas, deberán ser ejemplo de rectitud y dedicación para impedir el mal uso de los recursos públicos y la aprobación de nuevas leyes que violen los derechos humanos. Diligentes para proponer otras que fortalezcan la democracia y los derechos de propiedad y sagaces para captar las demandas de los ciudadanos. Los nuevos parlamentarios necesitarán coraje, apoyo y una estrecha conexión con sus electores para superar las amenazas y actos de violencia que vendrán.