martes, 5 de enero de 2010

Inventiva y derechos de propiedad


Inventiva y derechos de propiedad

Carlos Machado Allison

Enero de 2010, Diario El Universal

Hace unos meses publiqué, bajo los auspicios de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales, un libro cuyo título es “La Aventura Tecnológica”. Un relato de los principales descubrimientos, inventos e ideas que marcan la evolución cultural y tecnológica de nuestra especie. Al indagar sobre el contexto social y político en el cual han surgido la mayoría de ellos, resulta obvio que, en promedio, los grandes avances y a veces los saltos en la tecnología han ocurrido cuando las economías están en expansión, cuando existe la voluntad de exportar y cuando los investigadores y tecnólogos han podido actuar en libertad. Pocos inventos útiles para la humanidad han surgido bajo dictaduras o gobiernos que han asfixiado a la iniciativa privada.

Los nombres son bien conocidos y sus inventos, hicieron factible aviones, ferrocarriles, automóviles, navíos, teléfonos, diversas técnicas quirúrgicas, nuevas variedades genéticas, fertilizantes, plaguicidas iluminación eléctrica, plásticos, fármacos, aire acondicionado, bolígrafos, neumáticos, analgésicos, turbinas y un increíble número de artefactos, medicinas y mil cosas que hacen nuestra vida más amable y prolongada que en cualquier tiempo pasado. Sin duda los gobiernos tuvieron una contribución al crear el clima económico necesario, desarrollar universidades, centros de investigación e incentivos de diversa naturaleza, pero lo que más llama la atención es que la mayoría de las tecnologías revolucionarias nacieron en el sector privado o en las universidades. Muchas tuvieron financiamiento privado y fueron punto de partida de nuevas industrias que generaron abundante empleo y riqueza.

El nombre de investigadores se perpetuó no sólo en los libros, sino también en nuevas empresas o técnicas que llevan sus apellidos: Siemens, Daimler, Benz, Singer, Gillett, Edison, Otis, John Deere, Westinghouse, Goodyear, Schick, o Dunlop. Bessemer estará siempre presente cuando hablemos de acero, Morse y Bell, respectivamente en el telégrafo y el teléfono, Darwin trabajó en su casa la teoría de la evolución, los hermanos Lumiére serán siempre recordados cuando hablemos del cine y Pasteur no sólo a las vacunas, sino también a los vinos y la preservación de los alimentos. Los recursos financieros para llevar las innovaciones a la producción, también procedieron, en su mayoría del sector privado. Lo hicieron en países donde se respetaban los derechos de propiedad: intelectuales, industriales, agrícolas o de cualquier otra naturaleza.

Entre los inventos más importantes (Enciclopedia Británica, 2003), 150 corresponden a los EEUU y le siguen en orden el Reino Unido (42), Francia (24), Alemania (21) y otros 7 países de Europa Occidental más Canadá que suman 34. Luego, muy atrás en la lista: China (7) la antigua Unión Soviética (5) y Japón (5) ilustrando la relación existente entre los derechos privados, la libertad, la democracia y la diversificación económica con la ciencia y la tecnología.

Feliz Año 2010 para quienes desean vivir en libertad.

Balance agroalimentario 2009

Balance agroalimentario 2009

Carlos Machado Allison

Diciembre de 2009, Diario El Universal

Pálidos resultados en materia agrícola y alimentaria. Las políticas del gobierno, en particular la arremetida contra de la propiedad privada, desanimaron la inversión de los productores tradicionales. No otorgar títulos firmes a pequeños productores, invasores, portadores de cartas agrarias, cooperantes o zamoranos determinaron que los mismos contribuyeran poco a la producción nacional. Darles capacitación ideológica no fue suficiente. El consumo se redujo en más de 5%. La inflación devoró los incrementos salariales y la popularidad del gobierno.

La producción está estancada y la inflación en alimentos elevadísima. El crecimiento en maíz y arroz, el único logro importante, cesó y se derrumbó en el 2009 por la escasez de lluvias y la fragilidad de la infraestructura de riego, una de las más precarias de América Latina. Ahora, la importación de alimentos es cuatro veces mayor que la de 1998. Además, como parte de la política oficial fue estrangular a la agroindustria tradicional y sustituirla por emporios manejados por “gente de confianza” como el improvisado banquero, crearon graves fisuras, no sólo en la banca, sino también en el sistema agroalimentario. Colapso en la producción de carne, reducción en la de de frutas y el precio de estas, junto a las hortalizas, por las nubes.

Todos los gobiernos que han practicado el feudalismo de Estado han fracasado como productores, procesadores y distribuidores de alimentos, amen de descuidar los servicios, hipertrofiar la burocracia y propiciar la violencia. Escasez, hambrunas o alimentación inadecuada caracterizaron a la URSS y sus aliados, a China antes de cambiar y a Cuba que tiene el peor desempeño agrícola del continente. Lo opuesto, donde se respetan y fortalecen los derechos de propiedad y el gobierno se dedica a fortalecer los sistemas de salud y educación, ciencia, tecnología, infraestructura y servicios públicos. Donde impera la libertad que llama a pensar con optimismo en el futuro de los hijos, hay abundancia de comida y empleo. En esos países las crisis económicas ocurren, pero pasan. En los otros, como el nuestro, son permanentes. A pesar tantas penurias, vaya para el lector, el deseo por una feliz Navidad.

¿Qué ocurriría, si como regalo de Navidad, el gobierno cambia la política agroalimentaria?, una que deje en paz a los productores y a la agroindustria, ajustando la tasa de cambio y eliminando tanto control inútil. Pues vigoroso crecimiento en la producción de carne, caña de azúcar y frutas, incremento en la de hortalizas, café y cacao, se mantendría la de pollo que es bastante buena y aumentaría algo la de cereales. Una oferta interna mayor abatiría la inflación y favorecería a 28 millones de consumidores. Importaríamos, como siempre, leche, aceite, forrajes, frutas de clima templado y especialidades, pero se le inyectaría al mercado interno los 4 mil millones de dólares que no se deberían ir al exterior y circularían entre 300 mil productores, mil industrias de alimentos, 500 mil transportistas, 75 mil puntos formales de venta de comida, amen de la industria y el comercio de fertilizantes, empaques, maquinaria agrícola y de refrigeración. Sería la misión más útil, persistente, patriótica, popular y barata de las inventadas en ésta década perdida.

Cifras agrícolas ¿quién tiene la razón?


Cifras agrícolas ¿quién tiene la razón?

Carlos Machado Allison

Diciembre de 2009, Diario El Universal

“El ministro Elías Jaua señaló ayer en Televen que, a lo largo del proceso de recuperación de tierras que ha impulsado el Gobierno, la producción agrícola creció 21%” …“Jaua, en sus declaraciones de ayer, señaló que cuando se ha reunido con los distintos gremios de productores del país y les ha interrogado acerca de cómo se ha comportado la producción agrícola en los últimos diez años, todos le indican que ha crecido, pero luego los productores llaman a los medios a decir lo contrario”(El Universal, 30/11/2009). ¿Quién tiene la razón, el ministro o los productores?

Ambos, porque cuando se quieren reducir cosas complejas a frases simples, pues se cometen errores. Aclaro entonces: En los diez años que van de 1999 a 2008, y con errores u omisiones, la producción nacional vegetal y total ha aumentado en una cifra que se acerca a la señalada por el ministro. Es decir que aumentó de 16,5 millones de toneladas a 19,7. Pero lo que el ministro no dijo es que en ese lapso, de acuerdo al Instituto Nacional de Estadísticas la población aumentó de 23,4 a 27,9 millones de habitantes, es decir 4.522.041 consumidores nuevos. Entonces el número de kilogramos producidos por persona resulta casi idéntico en 1999 que en 2008. Es decir, como lo he señalado muchas veces: “no es que se acabó la agricultura, lo que ocurre es que se estancó”.

En gramos por persona y año: entre 1999 y 2008 el país produjo 553 gramos más de cereales, 3 de leguminosas, 18 de oleaginosas, 145 de caña de azúcar y 69 de hortalizas, pero 3 gramos menos de raíces y tubérculos, 83 menos en frutas y 1 menos en café, cacao y tabaco. Al final de la década, intervenidas más de 2 millones de hectáreas, subsidios, enormes créditos, nuevas redes de distribución y transporte, el país produce apenas 703 gramos más de productos vegetales y 79 de cárnicos que se distribuyen en 84 gramos más de pollo, 18 de cerdo, pero 23 menos de carne bovina. Como verán 637 de los 783 “nuevos gramos”, es decir el 81% corresponde a cereales y pollos, luego, caña de azúcar con 18%. Las cifras restantes, algunas negativas, dan lugar a la necesidad de importar 7,5 mil millones de dólares porque hay que alimentar a los 4 y medio millones de nuevos habitantes. El ministro tiene razón al señalar que ha aumentado el consumo y así fue porque parte de los petrodólares, que no fueron pocos en ésta década, llegaron al consumidor. Eso el gobierno lo sabía ¿o confiaba en que no aumentaría ni la población, ni el consumo? Hemos tenido muertos como arroz, pero no tantos como para cambiar las cifras de producción y consumo.

La pregunta relevante es si lo producido alcanza para satisfacer la demanda. La respuesta es no y por ello tenemos inflación elevada y un gasto excesivo en dólares para garantizar la seguridad alimentaria. Nada en contra de importar lo necesario para impedir más inflación, pero mucho cuando las políticas impiden producir lo suficiente. En el 2009 las cifras gordas van a enflaquecer (sequía e intervención de tierras: cereales y caña de azúcar) y nos llevarán a los valores de hace unos años atrás. En el 2009 cerraremos con otro crecimiento poblacional, 450.000 nuevas bocas que alimentar y una caída en el consumo no menor al 5%. ¿No será mejor dialogar con los productores y agroindustrias, crecer en transparencia y combatir la inflación?

Crisis, oportunidades y caminos

Crisis, oportunidades y caminos

Carlos Machado Allison

Noviembre de 2009, Diario El Universal

Los mandamás reciben medallas de oro en inflación, escasez de alimentos, carencia de viviendas, fallas eléctricas, deterioro vial, estrangulamiento de las universidades, falta de agua potable, hospitales o maestros de matemáticas, amén de la mayor inseguridad personal. En competitividad nos encontramos entre los diez peores del mundo, en promesas incumplidas, en el primer lugar. ¿Plan siniestro, incompetencia o combinación de ambas? En todo caso el resultado es el mismo: cuanto más crece en tamaño el gobierno, mayor desesperanza, abatimiento, ira y frustración domina a los venezolanos. Cualquier día abriremos el periódico y el titular señalará que el hampa ha sido nacionalizada.

Fracturados en dos bandos, vivir bajo un permanente estado de angustia parece ser el destino inmediato de los venezolanos. La angustia es producto de una política explícitamente dirigida a generar una crisis tras otra. La idea es destruir las ideas, costumbres e instituciones que formaron parte de nuestra cultura. Sin ellas nos sentimos perdidos y eso lo saben muy bien los arquitectos del régimen.

Italia, con tantos gobiernos como años transcurridos desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, no encontró obstáculo para garantizar el suministro de agua, electricidad o alimentos a su población. Japón y Alemania se reconstruyeron, Europa dejó atrás los años grises de la postguerra y no ha dejado de progresar. De España, Portugal e Italia llegaron a nuestro país miles de inmigrantes que vieron oportunidades en la Venezuela de hace medio siglo. El flujo se ha invertido y nuestros jóvenes, ahuyentados por la crisis, migran hacia España, Canadá o Australia, porque aquí el retroceso es norma y las oportunidades disminuyen. Cada joven que migra es un voto menos en las próximas elecciones, una voz menos en el coro de la protesta ciudadana. Once años de fracasos se explican culpando a gobiernos previos, al Imperio o al calentamiento global y aunque parezca absurdo, una fracción de la población se lo cree y lo hace porque cada día su educación es peor, sino que además está ideológicamente matizada. Velas y totumas, trochas, burros y ranchos.

El Presidente y su gobierno pierden popularidad, la oposición, que refleja la actitud del ciudadano, no sabe como capitalizar el descontento. Todos esperan a un Mesías que señale el camino. Unos pocos lo han encontrado, es el “dar un gran golpe” la oportunidad especulativa dentro de la crisis, al no saber si la de hoy será la última transacción que realice antes de ser intervenido por el gobierno. Golpes lucrativos, pero sin futuro. En el 2009 enviaremos al exterior 7.000 millones de dólares para adquirir alimentos y los 120 mil asesinados dejarán de producir unos 2.500 millones de dólares para sus 600 mil deudos. También campeones en producir pobreza vemos como se evaporan las oportunidades de desarrollar una agricultura y una industria próspera, crear servicios adecuados y formar profesionales capaces de construir empleo y riqueza. No hay camino hecho, no espere por otro caudillo. Amable lector, el camino lo tiene que hacer usted, el camino se hace al andar.

La incompetencia


La incompetencia

Carlos Machado Allison

Noviembre de 2009, Diario El Universal

Hace algún tiempo un periodista del exterior me pidió que definiera la gestión del actual gobierno en una sola palabra. Incompetencia fue la que emanó de modo instantáneo Luego vinieron otras que también describen lo que estamos viviendo: violación de los derechos fundamentales, deterioro de valores, inflación, carencia de oportunidades, abatimiento de la calidad de vida.

Tuvimos gobiernos competentes en materia de servicios públicos y otros que se las arreglaron para construir mucho y no mantener nada, pero el número de venezolanos que recibió el beneficio de contar con agua, cloacas, electricidad, carreteras, servicios médicos diversos, recolección de basura y cierta seguridad personal, aumentó sin cesar desde 1930 hasta comienzos del siglo XXI. No hay duda que la Venezuela del año 1998 era bien diferente a la atrasada nación palúdica y sin futuro de 1920 ó 1930 cuando sólo había 500 estudiantes universitarios y la expectativa de vida no llegaba a los 40 años. Gente de mi generación debe recordar cuan pobre y atrasado era nuestro país al terminar la segunda guerra mundial. Viajar a los Andes era una osadía, la leña era el combustible usual, no había niño pobre sin parásitos intestinales. Piojos, sarna, diarreas y tuberculosis cosas con lo que se vivía. Velas, totumas, calles de tierra donde deambulaban perros sarnosos, gallinas y cochinos. Las mujeres molían maíz y lavaban al borde de las quebradas. El gobierno era tan pobre como el pueblo.

Hoy la incompetencia nos está llevando vertiginosamente hacia el pasado. El deterioro de los servicios es impresionante: fallas en la electricidad, racionamiento de agua, vías intransitables, hospitales deteriorados, servicios de policía inexistentes, no hay nuevas autopistas o distribuidores que alivien el tránsito de las grandes ciudades. La basura se acumula en todas partes, las aguas negras corren por el centro de las calles, no hay suficientes colegios, ni maestros de matemáticas, física o química. La gran diferencia es que ahora el gobierno es rico y el pueblo sigue siendo pobre.

Las obras públicas no se concluyen o no se inician. La inseguridad crece a la par de la inflación, la corrupción y los episodios de escasez. En cualquier país medianamente civilizado la mayoría de los ministros hubieran recibido un voto de censura del Congreso y buen número de ellos hubiese sido destituido Aquí cuando fracasan en su gestión son transferidos a otro para que sigan destruyendo. Al final uno concluye: la incompetencia es parte esencial de la política del gobierno. Su objetivo, arruinar, destruir, abatir la moral pública, generar terror, debilitar las ideas democráticas y eliminar la educación obligando a los jóvenes a repasar sus textos a la luz de las velas. La pobreza, el caos y la destrucción alimentan el proceso. Un pueblo próspero jamás pensaría darle apoyo a un gobierno que destruye todo lo que toca. Frente a la incompetencia del gobierno se yergue también la de la oposición que en lugar de crear uno o dos partidos con alguna fuerza, sigue pulverizada en micro unidades que lucen poco atractivas para la enorme masa de descontentos.

Nuevos libros por Carlos Machado Allison

La alternativa agrícola. Carlos Machado Allison, Ediciones Tal Cual y Libros Marcados, Caracas, 2009

Una crítica a las políticas agrícolas acompañada por los mitos que las han acompañado y propuestas para una agricultura competitiva.

La aventura tecnológica. Carlos Machado Allison, Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales, Ed., Caracas, 2009

Un paseo de fácil lectura a través de la evolución de las tecnologías y las sociedades en las cual éstas fueron desarrolladas.

Principios de Evolución. C.E. Machado-Allison, A. Machado-Allison, D. Rodríguez y Y. Rangel. Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales ed., Caracas

Un libro de texto para estudiantes universitarios y de consulta para profesores de biología. Libro conmemorativo de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales de Venezuela en el bicentenario del nacimiento de Charles Darwin y los 150 años de la publicación del "Orígen de las especies"

Un país mal hecho


Un país mal hecho

Carlos Machado Allison

Octubre 2009, Diario El Universal

“Es que éste es un paisito malhecho” sentenciaba, años atrás, un viejo amigo cuando alguien se quejaba de los defectos de Venezuela. Lo hacía con humor, pero era en serio. Hoy me viene a la mente esa frase con una frecuencia alarmante: el país luce cada día más contrahecho. Pero un país no es sólo infraestructura, fronteras o símbolos, es más que nada la suma de la conducta de la gente y los venezolanos parecen estar dispuestos a soportar con estoicismo cualquier humillación.

La inseguridad personal lejos de desatar la furia de los ciudadanos, genera una conducta evasiva. La gente se encierra al anochecer, evita circular por buena parte de la ciudad, compra candados, cadenas, cercas eléctricas, ve en cada motorizado o extraño una amenaza y consume ansiolíticos. La madres de los miles de asesinados en los barrios o en las cárceles lloran a sus hijos, pero una proporción de los parientes se resigna: “Juan siempre tuvo mala suerte” “Yo le dije que no saliera de noche”.

La maraña y el abuso burocrático llegaron a extremos nunca vistos. Cualquier tramite, público o privado, está preñado de un papeleo infernal, docenas de fotocopias, datos personales, testigos y un recurrente mal trato al usuario de cualquier servicio. Los pobres son más castigados ya que no pueden apelar a servicios legales o a los gestores, cosa que vale desde los campesinos hasta los obreros de las grandes ciudades. “Regresa la semana entrante” es la frase favorita, pero no faltan las impersonales declaraciones como “cédula y teléfono, esa es la norma de la empresa” cuando nos exigen anotar en cualquier papel nuestros datos. Como si la espantosa inflación no fuera suficiente castigo, los ciudadanos pierden millones de bolívares saltando de una oficina a otra.

El deterioro de los servicios es terrible: agua, electricidad, transporte público, recolección de basura, policía, vialidad, tránsito. Nada funciona bien, pero los ciudadanos aceptan con resignación las largas colas, mientras piensan si encontraran agua al llegar a sus casas o si sus electrodomésticos se quemaron en el último apagón. Las reflexiones del conductor se interrumpen al observar las montañas de basura o en la maniobra para evadir cráteres, mendigos o perros muertos.

El sentimiento nacional, o como se le quiera llamar al orgullo que un ciudadano debe sentir, parece haberse esfumado. Se acepta como normal que los nacionales de otro país estén a cargo de los servicios médicos, estén metidos en las oficinas públicas, dicten pautas en materia de educación, comercio y agricultura, amén de tratarnos como si nuestra patria fuera colonia de la también maltrecha isla antillana. Unos callan, otros abandonan el país en procura de un futuro mejor.

Las instituciones y la ley han desaparecido. Lo que queda de ellas no es más que la sumisa prestación de servicios al Ejecutivo o el empleo de instrumentos para silenciar y amedrentar aún más a los ciudadanos, cerrando el círculo del miedo que ha paralizado a nuestra sociedad.

La alternativa agrícola

La alternativa agrícola

Septiembre 2009, Diario El Universal

Carlos Machado Allison

Gracias a la editorial Libros Marcados y Tal Cual, ya se encuentra en las librerías mi nuevo libro: La alternativa agrícola. Parte de una colección en la que los editores solicitaron a los autores escribir, del modo más sencillo, sobre las alternativas existentes frente a las políticas públicas y las realidades que vive y sufre el país. Loable iniciativa, todos debemos contribuir en la búsqueda de soluciones.

El libro contiene tres secciones: mitos, realidades y opciones. Un mito suele ser una idea nunca realizada o un cuento con visos de realidad que al final se desmorona por la inexistencia de evidencia o resultados. La realidad se mide con cifras. Entre los mitos destacamos aquello de que nunca se sembró el petróleo ya que hubo lapsos en que si se hizo y la agricultura creció con vigor; otro mito es que la intervención del gobierno, como productor, procesador, importador y distribuidor garantiza el autoabastecimiento y la soberanía alimentaria. Los resultados están a la vista: enorme inflación en alimentos, episodios de desabastecimiento y crecimiento de las importaciones, mientras gastamos mucho dinero en fundos, cooperativas y empresas socialistas intentando, sin éxito, sustituir al sector privado. Antes de la política de desarrollo endógeno, autoabastecimiento y soberanía, las importaciones agrícolas eran de unos 1.300 millones de dólares, para el 2008 habían crecido a la enorme cifra de 7.500 millones y la producción nacional se encuentra estancada. Es tiempo de revisar las causas de éste gran fracaso.

Otro mito es aquel que intenta culpar de todos nuestros males a la crisis internacional, los biocombustibles y los imperios. La realidad es que en la última década Brasil, Argentina, Colombia, Chile y México se han transformado en grandes productores y exportadores de alimentos, así que hay que ver con cuidado que han hecho nuestros países hermanos para tener éxito donde nosotros hemos fracasado.

Aquí aparecen las opciones ya que estos países han diversificado sus economías fortaleciendo derechos de propiedad y estimulando inversiones a largo plazo. Hacen investigación básica y desarrollo tecnológico, preservan sus recursos humanos, facilitan los negocios, reducen regulaciones y obstáculos, estimulan la exportación y descentralizan las operaciones. La seguridad alimentaria se basa más en la generación de empleo y riqueza que en la intervención del gobierno en espacios que le corresponden al sector privado y a la iniciativa individual. Poseen programas sociales de ayuda a los sectores más necesitados. Al margen de la ideología del gobierno de turno, han mantenido políticas y acciones de largo plazo y, con sus excepciones, los gobiernos se han ocupado de gobernar y el sector privado de producir. Quienes siembran soya, maíz, café, vino y hortalizas en Brasil, Argentina, Chile, Colombia y México cuentan con el apoyo de gobiernos que mantienen un diálogo abierto con ellos. No siempre es fácil, pero productores y gobiernos empujan la carreta en la misma dirección y al final el éxito es el resultado.